Es el tratamiento de elección para abordar la mayor parte de las consecuencias o secuelas físicas derivadas del tratamiento de cualquier tipo de neoplasia. El objetivo es mejorar la calidad de vida de los pacientes a ser posible antes, durante y después de la cirugía, la quimioterapia, la inmunoterapia y la radioterapia, así como su posterior reincorporación a la vida normal. En este sentido, el ejercicio físico, que tradicionalmente se veía como una simple herramienta que mejoraba la sintomatología, ha demostrado que puede modular el microambiente tumoral y mejorar la eficacia de los tratamientos.
El tratamiento fisioterapéutico se diseña en función de las necesidades de cada paciente y el tipo de cáncer al que nos enfrentamos.
Trabajamos los tejidos para recuperar su movilidad y elasticidad. Abordamos la piel, las cicatrices, los problemas articulares y musculares, la conciencia corporal y los problemas posturales, el dolor, la sensibilidad, la fatiga y mejoramos el sistema inmunitario.